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Sin Seguro

Por Vincent Von Streitsen (*)

El fundamentalismo es una dictadura de la mente, mientras que una cultura viva es una exploración y representa nuestra interminable curiosidad sobre nuestra propia extrañeza: la sabiduría es más importante que la doctrina; la duda es más importante que la certeza. El fundamentalismo implica la falla de nuestro más significativo atributo: nuestra imaginación.

Hanif Kureishi

Compadezco la seguridad. La seguridad extrema, fundamentalista. La seguridad de creer saber lo que por definición nunca podrá asegurarse. La seguridad del que juzga gratuita y definitivamente sobre los misterios más ocultos del universo como si la simple repetición –creyéndola sagrada – bastara para justificar nuestro prefabricado convencimiento. 

Todos podemos opinar, eso está muy bien, pero no podemos asegurar nada en base a esa conclusión que rehúye de las contradicciones y confunde los desafíos de la trascendencia personal con las comodidades de la sugestión impuesta, en el fondo por uno mismo. 

Las fronteras de la certeza se impermeabilizan para satisfacer una necesidad que nos parece vital: la tranquilidad que nos significa sentirnos seguros, protegidos de la perplejidad, el vacío y la muerte. 

Tarde o temprano debemos afrontarlo: la seguridad no radica tanto en la aceptación de las cosas como en su comprensión. Y la verdadera comprensión involucra la duda. Pues el hombre podrá aprender del mundo, pero jamás lo aprehenderá del todo. No existe lugar para la totalidad. Somos parciales por naturaleza. Solo sabemos qué poco sabemos, si al menos eso nos dice algo. 

Y es por ello que compadezco a los que se piensan súbditos de su seguridad. El engaño y la negación siempre estarán rondando sus vidas; taponando, obstruyendo, reprimiendo lo que no quisieron comprender y que ahora está crecido, se ha vuelto enorme y es algo monstruoso. 

Mejor nos vale tomar, cada día, pequeñas dosis del amargo veneno, que acabar temblando, moribundos, en algún rincón del sendero, con la mirada perdida en el suelo y el terror como la última verdad.

(*) Vincent Von Streitsen nació en Amsterdam en 1933. Siendo todavía un niño pequeño, se mudó con su familia a un enorme castillo donde, con la ayuda de los espectros y la escasa atención brindada por sus padres, muy pronto desarrolló una profunda psicosis. Filólogo de profesión, domina varios idiomas y le encanta sonreír en oscuros funerales.